31 de Diciembre

Cuando un escritor no escribe se evapora. Su cuerpo puede seguir técnicamente vivo durante años, pero su alegría se va acortando, reduciendo, abreviando hasta que se esfuma del todo y desaparece. Del soñador que fue solo quedará, con suerte, un cuerpo voluntarioso cumpliendo con los deberes cotidianos.

Esto es lo que piensa Ernesto, agradecido de estar solo, sin histrionismos, mientras mira hipnotizado los millones de personas que se han reunido en la puerta del Sol de Madrid para recibir el año nuevo. En breve, el año que termina, con millones de proyectos incumplidos, pasará a ser un recuerdo.
Ernesto lleva más tiempo del que puede soportar sin escribir, desenfocado, escondido tras los quehaceres diarios. Tirando de la anilla de una de esas latas con doce uvas peladas que saben a máquina, jugando a que el nuevo año tuviera más poder que su propia voluntad, Ernesto le implora volver a ser capaz de sentarse frente a su ordenador y soltarse a escribir.


Ernesto es indiscutiblemente un escritor y sabe que si no escribe se acabará. Suenan los cuartos.

Ernesto perdió la razón el día que descubrió, pudoroso, su talento. Desde entonces, siente felicidad cada vez que las ideas le empapan; goteándole de una en una del cerebro al corazón, del corazón a los dedos, de los dedos al papel, latido a latido, letra a letra. Campanada. Uva. Campanada. Uva.

Desde entonces no vive más aventura (ni menos) que la de caer prendado de una idea. La de perseguirla sin asustarla. Acercarse con delicadeza e intentar entender un poco más su verdad. Enamorarla y hacerla suya hasta volcarse juntos sobre la página.

Hoy, amputado, sin ideas, vive solo, con un lote de impacientes páginas limpias; pero mira hacia adelante tragando otra uva, y otra, y otra.

Escribir siempre ha significado para él viajar, esculpir, pintar, fotografiar, componer, sembrar, filosofar... Campanada y, por inercia, uva. Aunque no se mueva de su silla, no sepa esculpir, ni pintar, ni fotografiar, ni componer, jamás haya plantado semilla alguna, ni sus ideas rompan cabezas. Campanada. Uva.

De Ernesto el escritor ya queda poco. Uva. Piensa que si sigue así pronto habrá muerto de asfixia por bloqueo. Campanada.

A Ernesto siempre le ha gustado ganar, como a cualquiera. Pero mejor que la mayoría, sabe que para ganar hay que estar dispuesto, como mínimo, a jugar. Campanada. Campanada.

Para escribir se escribe, lo que sea, no se tiene que esperar al momento perfecto. Lleva semanas esperando sin éxito que la inspiración haga el trabajo por él. Libremente se comprometió con la escritura, e igual de libre desea cumplir su palabra. Escribir más que estar relacionado con la suerte es una acción. Deja las malditas uvas sobre la mesa. Odia las uvas. Campanada.

Dan las 12. Cuando se trata de propósitos no hay tiempo que perder. Ernesto camina hacia su estudio como quien va a saltar por un acantilado. Tentado de darse la vuelta y tumbarse en el sofá a ver cualquier mierda que pongan en la tele; enciende el ordenador, aunque ni se encuentra de humor ni tiene nada que escribir; Se da cuenta de que, de un tiempo a esta parte, genera autocríticas de la misma calidad que los programas que estaría dispuesto a embutirse.

Aburrido de su larga lucha contra el Ernesto perdedor, agotado de tirar hacia el lado opuesto, consigue dar un último tirón y sentarse. Aferrándose al indicio de determinación de su Ernesto heroico, teclea:

Cuando un escritor no escribe se evapora. Su cuerpo puede seguir técnicamente vivo durante años, pero su alegría se va acortando, reduciendo, abreviando hasta que se esfuma del todo y desaparece. Del soñador que fue solo quedará, con suerte, un cuerpo voluntarioso cumpliendo con los deberes cotidianos.

Esto es lo que piensa Lucía, agradecida de estar sola, sin histrionismos, mientras mira hipnotizada los millones de personas que se han reunido en la puerta del Sol de Madrid para recibir el año nuevo. En breve el año que termina, con millones de proyectos incumplidos (y cumplidos), pasará a ser un recuerdo…

6 comentarios:

  1. Gracias a todos por vuestro apoyo durante el 2010. Que durante el 2011, como Ernesto, deis voz a vuestro lado heroico. Felicidades, muchas.

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  2. Me gustó, me gustó mucho. Me gustó la estructura, el contenido y el continente. Me gustó el principio y el final y ese cambio de nombre que anuncia que la historia le puede sudecer a cualquiera. Es cierto, es un regalo.

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  3. Un agrado leer-mirar su espacio de comunicación y cultura, mis saludos

    Leo Lobos

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  4. Gracias Nalmar y gracias Leo por vuestro tiempo y vuestras palabras de apoyo.
    Un abrazo.

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  5. Me gusto este relato, sigue así GUAPISIMA.

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  6. Gracias Yoanyo, me alegra que te haya gustado. Seguiré... no sé si así, pero seguro que seguiré. Mis deseos para que tú también sigas. Un abrazo y bienvenid@.

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