Interferencias

Hugo ha sido testigo de cómo la luz ha ido conquistando, río a río, el mapa de la pared junto a su cama. Aún no ha conseguido pegar ojo, así que le ha dado tiempo a planear un recorrido a caballo por Sudamérica de Norte a Sur; otro de Los Ángeles a Nueva York en moto; ha calculado cuanto se tardaría en llegar de rodillas a Santiago de Compostela saliendo de Estambul; y ahora, con el cuerpo dolorido, anda preguntándose si, de alguna manera, se puede llegar a percibir cuándo alguien está pensando en ti.

En días como hoy, en los que uno no da pie con bola, siempre es conveniente pensar que la culpa es de otros; y de ahí que Hugo haya concluido que tal vez sea porque alguien está pensando en él más de la cuenta; tanto que le tiene completamente distraído con sus interferencias. Podría ser Roma, su ex. Desde hace horas, sus caderas no han hecho más que contonearse de Este a Oeste por su cerebro y ya no sabe qué inventarse para arrancársela del corazón. Hace océanos que no sabe de ella y esta noche tantos kilómetros de sal escuecen.

Si Roma fuera como él, ocuparía más tiempo pensando en personas que físicamente no están en su vida que en las que lo están. Las personas que ocupan tu día a día no dejan tantas incógnitas ni vacíos por rellenar. Sus padres, su hermano, su jefe, sus colegas, existen independientemente de él. Son y están presentes, se manifiestan reales. Sin embargo, su abuela, sin ir más lejos, desde que murió ha necesitado de sus pensamientos para existir; tanto ella como Roma, dependen de que Hugo les haga un hueco en su mente donde hacerse reales y poderse abrazar.

Hugo escribe en un post it: “¿Existen las personas? ¿Qué es ser real? ¿Vive mi abuela aunque creamos lo contrario?” y lo pega en la pared, sobre el océano Índico, entre Madagascar y Australia, separado de Roma por todo un continente.

Hugo se ha quedado retenido en Italia, paseando por su Roma imaginaria, detenido en el tiempo, como dicen que ocurre cuando encuentras al amor de tu vida; pensándola tanto que le ha dado tiempo a reinventarla varias veces.

Especialmente en días como hoy, en los que no tiene verdaderos problemas, activado por el ocio, es cuando Hugo se inventa la relación que no tienen; en la que ella se comporta como a él siempre le hubiera gustado, cuando las cosas salen bien sin esfuerzo, cuando se aman sin miedos; porque Roma existe mejor donde Hugo la piensa, en el mismo lugar donde su abuela también es una chica preciosa.

Duda de si se está volviendo paranoico o si verdaderamente Roma estará pensando en él, y si así no fuera, ¿Notará que él sí? ¿Cómo podría saberlo sin ponerse en evidencia? A Hugo le desespera que Roma tenga el poder de andar removiendo los recuerdos sin su permiso, accionando dentro de él, cada vez que a ella le plazca, unos abrazos que le hieren como mandíbulas de tiburón, porque hoy la quiere a muerte.
Hugo se agarra la cabeza, y en voz muy baja, aunque con la misma energía que Jackson Pollock en un arrebato, suplica: “¡¡Roma, por Dios, para ya de pensarme, suéltame, déjame existir donde mi cuerpo, o me vas a volver loco!!Roma, en su cama, se va desprendiendo de su último sueño y aún con los ojos cerrados, comienza a ser consciente de que su vida tira poco a poco de ella; pero va a tener que esperar porque hoy está aferrada al edredón con la misma vehemencia con la que años atrás a los brazos de Hugo; escapar no va a ser fácil. Hugo… ¿Se acordará aún de ella?

14 comentarios:

  1. En homenaje a Mamachón, con quien me sigo yendo de vez en cuando a astilleros.


    ... y por Antonio el poeta.

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  2. César Arranzenero 27, 2011

    Interesante tema, daría para todo un libro. A menudo me pregunto lo mismo que Hugo, también a menudo me da un Pollock ;-)
    Me ha gustado mucho, Bandada.

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  3. Solo tengo una cosa que decir: INCREÍBLE.
    Me encantas

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  4. Qué precioso!!! Me has emocionado que es muchísimo para los tiempos que corren, donde tienen targeta VIP la ignorancia y la superficialidad. Hermana, te admiro mucho.
    Desde aquí pido leer cuanto antes una novela tuya.
    Me ha encantado la inclusión de un cuadro de Pollock en tu texto, no dejas lugar a dudas. Descripción del sentimiento perfecta.
    Te quiero.

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  5. Eduardo Yagüeenero 29, 2011

    Enhorabuena, maravilloso, atinado, poético, concreto. Lo mejor de todo cuanto has publicado.

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  6. Juan García Maderoenero 29, 2011

    "Las palabras son ciudades por las que camino, turista en paro. Por ejemplo, el amor es Roma, donde nunca he estado. El desierto es Madrid, lleno de gente, vacío de oasis. El mar se multiplica en Lisboa, no hay botes salvavidas, hay tranvías que parecen los restos del naufragio. La luna es Nueva York, inalcanzable, atiborrada de anuncios luminosos, montañas, cicatrices, precipicios, naranjas.
    Vagabundeo por la palabra muerte, adivinen en qué ciudad me encuentro."

    Gracias, Mónica.

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  7. Gracias a todos por tanto corazón, esta bandada se siente feliz de teneros en su vida.

    Juan García Madero,precioooso, te leeré en contexto!!

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  8. me gustó muchísimo! qué bueno! qué bien que escribís!

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  9. Para mi tambien el mejor.Muy fluido y romantico, como siempre.

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  10. Un texto muy romántico y bonito.
    Que no lo lea un/a psicólogo/a porque te lo van a destrozar.

    Todos hemos sido sucesivamente Roma, Hugo, Pollock, las ciudades, los vientos, los océanos.

    Felinamente
    Lu

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  11. Aquí dejo el relato que prometí, y que es hermano de "Interferencias", porque ambos se gestaron de la misma idea en el mismo momento.

    Gracias Mónica por tu inspiración.
    Antonio el Poeta.


    FOTORECUERDOS

    Adán pasaba las hojas de su álbum con pesada melancolía. Los años habían pasado y las caras también.

    Le gustaba mirar de vez en cuando sus antiguas fotos, como si con ellas pudiera recuperar algo del pasado que tanto añoraba.

    Al llegar a las fotos del viaje de fin de curso del instituto sonrió al recordar tantos viejos amigos que ahora dormían en su recuerdo. Una cara le llamó especialmente la atención. Una cara... y un nombre, porque el sonido "Clara" le llegó directamente desde la fotografía. Observó con más atención, intentando recordar qué momentos habían vivido juntos, pero no fue capaz. No pudo evocar ningún recuerdo en el que Clara y él estuvieran juntos, aunque estaba claro que se conocían.

    Esa noche, al acostarse, la imagen del rostro de Clara sonriendo apareció en la oscuridad de su habitación, y en las nieblas de sus sueños, y ya no le abandonó. Siguió intentando recordar qué habían hecho juntos en ese viaje, porqué ella aparecía sonriendo justo a su lado, y porqué no recordaba nada.

    El pensamiento se instaló en su mente y llegó al nivel de obsesión. Buscó entre todas sus fotos una pista, entre las cartas que había recibido, en los apuntes de clase, en su pequeña libreta de teléfonos. Después acudió a internet, a los buscadores y a las redes sociales. Pero no había ninguna pista.

    Javier, el único amigo que mantenía de los tiempos del instituto, a pesar de seguir viviendo en el mismo barrio donde estaba el instituto, tampoco la recordaba, y además no le dio ninguna importancia, por lo que pensó que no comprendería ni le ayudaría en sus pesquisas.

    Pero sí que tenía importancia. Sí para Adán. Si para alguien que cree en las casualidades, en los vínculos más allá del tiempo y del espacio, en que la gente deja huella permanente en la gente, y en que dos soñadores, cuando se miran por primera vez a los ojos... se reconocen. Y había algo mágico en la mirada de Clara.

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  12. (Continuación de FOTORECUERDOS):

    Pasaron los días y pasaron las semanas, y Clara pasó de ser un enigma a ser alguien cercano que estaba siempre en su mente, alguien que compartía pensamientos en su mente y que ya no quiso irse.

    Adán decidió que el enigma de la desconocida de la imagen tenía que ser resuelto, y que insistir en mantenerla en sus pensamientos haría que tarde o temprano surgiera algún recuerdo. La fotografía salió del álbum y fue llevada a una tienda de fotocopias para sufrir el consiguiente escaneo, digitalización, ampliación y hasta se convirtió en fondo de pantalla permanente.

    Un día, a Adán le atacó el pensamiento de que pudiera estar convirtiéndose en una especie de loco obsesivo, en alguien que vive en un enfermizo pasado y que no es capaz de pasar página. Pero en seguida pensó que ella existía, Clara era real, vivía y quizá también se acordaba de él.

    Este pensamiento mantuvo la imagen de Clara en su mente aún con más fuerza, con más brillo, con más vida. Pero los miedos que le habían asaltado le impidieron llevar a cabo lo que él pensaba que sería la única forma de encontrarla o saber de ella: consultar a los profesores que ambos tuvieron.

    Esta decisión que Adán sintió como cabal fue un punto de inflexión, porque, con el tiempo, se acomodó en la idea de no tener que encontrarla, y de esta forma, llegó a convertirse en un pensamiento más. Ahora que no sentía la obligación autoimpuesta de saber quién era, se dio cuenta de que ya tenía recuerdos de ella, los que había ido creando en estos meses de búsqueda de respuestas. Ya compartían momentos juntos, emociones y miradas.

    Y así terminó para Adán la historia. Con el tiempo, la fotografía volvió al lugar que ocupaba en el álbum, el fondo de pantalla volvió a ser el Monte Cervino, y Adán conservó un nuevo y hermoso recuerdo, el de la búsqueda de alguien que una vez conoció y la extravagante pero hermosa idea de haber dedicado sus pensamientos a alguien a quien no recordaba.

    Y como he dicho antes, así terminó y no comenzó la historia, porque el día que fue a escanear la fotografía, Adán no reparó en que la chica con la que se cruzó a la entrada de la tienda era Clara, y, de esta forma, no supo que ella le recordaba, y que sabía todo lo que habían hecho juntos en ese viaje, y que tras unos años le había buscado, y que había vuelto al barrio para encontrarle, y que pensaba en él cada día, y que quería darle aquel beso que le negó en el viaje y que fue la causa de que Adán olvidara aquellos recuerdos.

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  13. Mil gracias, Antonio. Me ha hecho una ilusión enorme conocer tu versión, la he disfrutado mucho, especialmente siendo hermanita de Interferencias, que significa tanto para mí. No se si te lo vas a creer, pero tu relato me ha vuelto a inspirar!!! <> Precioso. Poeta, cuando abres la boca saltan chispas. Esto es de locos :)) Un abrazo.

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  14. Toño dijo: Genial, pues ya nos contarás que te ha inspirado... gracias de nuevo por tus palabras...son agua en el desierto...TÑ

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