Tu decisión

Hija mía, la otra tarde me preguntaste con inquietante interés cómo fue que me animé a tenerte; que por qué la mayoría de la gente decide tener hijos. Esperabas una revelación que te ayudara a resolver si ser madre o no; Creíste que yo te daría una respuesta tranquilizadora a la que, como hija y a tus años, te considerabas con derecho. Pero enmudecí.

No habrías tomado en serio a nadie que te hubiese respondido sin dudar. Asique, con la benevolencia de quien ha aprendido a aceptar las limitaciones humanas, descolgaste tu angustiada mirada de mi silencio para descansarla en tu taza. Abrazaste la loza entre tus manos buscando calor, y abismada en sus profundidades, dejaste caer un "¡qué difícil!" con la solidez de un terrón de azúcar que, como madre, me costó digerir.
Quien quiera que en aquella cafetería, en aquel instante, nos mirara; debió de quedar atrapado contigo y conmigo, entre tus manos; todos expectantes; atentos a lo que aquel café estaba por confesarnos. Pero, como yo, decepcionó con su silencio hasta quedarse frío. Días después, pude contarte cómo tus padres decidimos concebirte tras haberlo postergado década tras década. Cómo durante todo ese tiempo, imploré que mi instinto maternal se manifestara, que mi corazón dejara de latir a comatoso tictac; cómo ya no nos quedaban años ni ganas para seguir dialogando sobre el tema, y cómo en lugar de locura biológica desarrollamos un racional argumento tan válido como pocos: «que el arrepentimiento es un sentimiento muy feo». Te conté que, tanto a tu padre como a mí, la posibilidad de no poder rectificar nos pareció un riesgo duro de asumir, y que para mitigarlo entramos a formar parte del grupo de los padres que tienen hijos por precaución. Te hice saber que, aterrados, pero enormemente felices, como siempre debiera de ser una vez que se toma una decisión; te engendramos.

Para poder responder a tu segunda pregunta, a esa de porqué la mayoría de la gente decide tener hijos, bastó con mirar alrededor para darme cuenta de que hay tantas razones para traer niños al mundo como padres que se reproducen.

Conocemos a pasionales que concibieron por accidente, en un “aquí te pillo, aquí te mato”, por instinto animal; a algunos románticos que lo hicieron por volcar en alguien más su recíproco amor, por descubrir la magia de la naturaleza, al encuentro del “amor incondicional”; otros más flojos porque ya les tocaba, porque así es la vida, y ¿por qué no?; los religiosos por cumplir con el deseo de Dios, por asegurar la supervivencia de la creación; los exagerados porque no comprenden una familia de “tan sólo” dos; los curiosos por saber qué se siente; aquellos conservadores para suceder su patrimonio, por perpetuar su apellido; los más sociables para combatir la soledad, por no desentonar con sus amigos; los irreflexivos, con tal de escapar del silencio ni se lo pensaron; muchos folclóricos porque "se les pasaba el arroz", porque "la sangre es más espesa que el agua", porque "una mujer sin hijos es como un árbol sin frutos"; los desesperados por ver si así salvaban sus agonizantes parejas o esperando hambrientos la llegada del pan bajo un bracito. También se decidieron los vengativos, los generosos, los que guardaban luto, los darwinianos, los envidiosos... Fui consciente de que estos ojos han visto tantos motivos como padres virtuosos y pecadores.

Estoy tranquila. Como cada vez que no ves algo claro, me consta que te informarás, que leerás, que preguntarás a aquellos cuya opinión respetas, y abrirás bien tus oídos a lo que te devuelvan; que lo agradecerás y que, por suerte, lo dudarás todo; que lo dormirás, lo masticarás y madurarás.

Satisfecha con tu trabajo, te abrazarás como la otra tarde a tu taza de café; pero ahora más sabia y confiada, permitirás que su franco aroma a hogar te cave muy dentro; Con cada expiración, tú lo secundarás, vaciándote a paladas de aquello ajeno e irrelevante. Hasta que juntos, desenterrareis el tesoro que guardabas: tu decisión, la tuya, sólo válida para tí por ser tú. Y con tu admirable arrojo, te beberás hasta la última gota.

Confía en ti como yo, hija, eres inteligente; no me cabe la menor duda de que decidas tener hijos o no, sabrás seguir sintiéndote tan feliz y tan mujer.

8 comentarios:

  1. ... El arte de escribir... y de escribir bien... y de expresarse de una manera hermosa... sigue regalándonos bandadas de palabras. Gracias por tu trabajo.

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  2. Gracias por pasar por mi muro e invitarme a degustar estos maravillosos relatos que escribes. Llenos de aprendizaje y razones para pensar. Me voy con un buen sabor de boca y de seguro regresaré para seguir leyendo. Un placer. Por favor te invito a seguirme en mi blog:
    http://lunadesalymiel.blogspot.com

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  3. Muy bonito Moni, éste se me había pasado.... hacía tanto que no entraba en internet. Gracias por compartir pequeña, no pares nunca.

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  4. Cada vez que mis amigas me pregunten por la maternidad, el por qué de mi decisión, tán joven.Les mandaré un link. Tu LINK.
    No existen respuestas q sacien en este aspecto, nadie te dirá claramente, tenlo o no y aunque lo hagan, la respuesta tampoco te saciará. Yo tuve a Jimena por AMOR, por querer sentir ese "AMOR INCONDICIONAL" que tanto a ti, como a mí, nos ha guiado. Ya me entiendes.Y hoy en día creo que lo hacemos por recuperar la fe en la vida, en el ser. Por volver a mirar con esos ojos puros.
    Hermana, quiero leerte. Me sigues emocionando. Te admiro y amo.
    No dejes de escribir, por favor.

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  5. Muy hermosas y emotivas tus palabras .. GRACIAS

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  6. La elección es difícil cuando se presenta. Querida hija... Lo más importante es ser una mujer, una buena mujer y una gran persona como eres tú.... Te Quiero.

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  7. Mamá, que nombre y que gesto tan bonito. Mil gracias. Un besaaaazo :)

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